Es imposible no comunicar: desde ahí partimos. Las personas somos sujetos del lenguaje, e indistinta sea nuestra cualidad, nuestra personalidad y la actividad a la que nos dediquemos, estamos constantemente relacionándonos.
Nuestra actividad en particular se trata casi en un 100% de una actividad relacional, donde estamos constantemente generando conversaciones en pos de lograr distintos objetivos. En esos procesos comunicacionales, las palabras tienen peso y son importantes, pero la verdadera protagonista es la escucha.
Como emprendedores que somos, tendemos puentes con un/unos otro/s que nos allanan el camino para llegar a esos lugares que soñamos. En este sentido, no sólo se trata de tener habilidades comunicacionales, sino específicamente de lograr una gran capacidad de escucha para entender al otro, saber qué piensa, conocer sus deseos, sus inquietudes, y sus necesidades.
La escucha activa es una habilidad que puede ser adquirida y desarrollada con la práctica. Sin embargo, nos presenta el gran desafío de ser pacientes y de ir un poco más allá de lo que el otro dice o manifiesta. La escucha, en tanto activa, se refiere a escuchar con plena conciencia, de estar totalmente enfocados en el mensaje que el otro individuo busca transmitir.
El acto de escucha nos posiciona frente a otro, nos hace estar presentes o ausentes frente al otro, no permite dar señales que pueden ayudarnos a mejorar los vínculos.
Las principales formas que adquiere la escucha son: escucha apreciativa, selectiva, discernitiva, analítica, sintetizada, empática, atenta y activa. Conocerlas y entenderlas nos va a permitir mejorar nuestra comunicación con el Otro.
Te contamos por dónde transita cada una:
Escucha apreciativa
Es la escucha que no presta atención; oímos simplemente. “Oímos” un ruido sin poner el foco en lo que el otro dice.
Escucha selectiva
Elegimos la información que nos interesa. Filtramos lo que consideramos relevante, lo que da como resultado, es una escucha parcial o fragmentada.
Escucha discernitiva
Es la que se produce cuando escuchamos el mensaje completo, para luego determinar qué detalles nos resultan relevantes.
Escucha analítica
En este tipo de escucha, prestamos atención al orden y sentido de la información. Buscamos entender la relación entre las ideas para reflexionar sobre el mensaje. Generalmente prevalece el hemisferio izquierdo del cerebro, de tipo racional, para separar la información que se recibe.
Escucha sintetizada
A través del acto de escuchar, dirigimos la conversación para lograr obtener cierta información específica. Una técnica es hacer preguntas directas para relevar las ideas de los demás.
Escucha empática
La empatía es la habilidad de ponerse en el lugar del otro, y en este tipo de escucha se logra una conexión que va más allá de lo racional: hay un involucramiento emocional, y la conversación va y viene, fluye en un diálogo en el que interpretamos el mensaje desde la perspectiva de quien lo emite.
Escucha atenta
Es una forma de escuchar de manera efectiva, y su característica es que ponemos el cuerpo y la mente al servicio del acto de comunicación que estamos manteniendo. Propone una manera genuina de entendernos con el otro.
Escucha activa
Conectada con la atenta y la analítica, y aspectos de todas las demás. Este tipo de escucha va más allá de las palabras: observa el lenguaje corporal, los gestos, el tono de voz, el mensaje. Se da una conexión con el otro, interpretando a fondo lo que subyace al mensaje, y buscando un feedback.