Dispersión: ¿cómo aterrizar cuando “nos volamos”?


La dispersión es un estado que impide concentrarse y dificulta la realización de una tarea. Una persona dispersa, reparte su atención o su esfuerzo entre varias cosas a la vez de forma desordenada.

Las personas dispersas tienen un problema y una virtud. La dispersión dificulta estar en una sola tarea y está asociada a ese dejar para mañana las cosas que podemos hacer hoy. Pero al mismo tiempo, permite el vuelo del pensamiento y las conexiones improbables, tan fructíferas tantas veces. 

Solemos pensar que la atención es un botón que se enciende o se apaga según estemos enfocados o distraídos. Sin embargo, esa percepción es errónea. La atención, según Daniel Goleman, psicólogo, periodista y escritor estadounidense, tiene diversas versiones. Cuando estamos demasiado atentos, somos víctimas de la visión de túnel. La mente se estrecha. Por el contrario, cuando la atención está ausente, perdemos el control de nuestros pensamientos y nos dispersamos.

En el medio de los dos polos se encuentra la denominada conciencia abierta.

Goleman argumenta que todas las formas de atención surgen de la interacción entre dos partes del cerebro muy diferentes. El cerebro más antiguo, más bajo, que trabaja en gran parte fuera de la conciencia, monitorea constantemente las señales que vienen de los sentidos; actúa como un sistema de advertencia, nos alerta sobre cambios en nuestro entorno, dolores en nuestro cuerpo, recuerdos de eventos preocupantes. Tal atención “de abajo hacia arriba”, como lo llaman los neurocientíficos, es impulsiva, incontrolada y a menudo es manejada por el miedo y otras emociones. Las alertas que se transmiten desde el cerebro inferior son tan viscerales que, cuando aparecen en la mente consciente, son difíciles de resistir.

 

Trabajar para controlar todos esos impulsos primitivos es la tarea de la neocorteza, la capa externa desarrollada más recientemente por el cerebro. 

La fuente de atención voluntaria o “de arriba hacia abajo”, el circuito de control ejecutivo de la neocorteza es lo que nos permite eliminar las distracciones y enfocar nuestra mente en una sola tarea o tren de pensamiento. Sin él, tendríamos la capacidad de atención de una ardilla. “El cableado descendente”, escribe Goleman, “agrega talentos como la autoconciencia y la reflexión, la deliberación y la planificación al repertorio de nuestra mente”. A medida que avanzamos el día, la dirección y firmeza de nuestra mirada mental están formadas por el “continuo bailar” entre los sistemas de atención descendentes y ascendentes.

La atención, por lo tanto, no es solo un producto de la función cerebral. También está influenciado por la cultura y, en particular, por las tecnologías que utilizamos para navegar y darle sentido al mundo.

¿CUÁNDO LA DISPERSIÓN SE TRANSFORMA EN UN PROBLEMA?

Conseguimos aquello en lo que nos enfocamos.
¿EL PROBLEMA? Cuando nos enfocamos en algo que no nos beneficia.

Si nos centramos en nuestras carencias, empezamos a encontrar pruebas de que es verdad y cada vez nos esforzamos menos. Si nos centramos en nuestros miedos, cada vez vamos a ver más pruebas de que son reales y no vamos a ser capaces de ver las oportunidades. 

Ahora, si cambiamos aquello en lo que nos centramos, cambia el rumbo de nuestros pensamientos, emociones y acciones, es más probable alcanzar resultados distintos.

Por lo tanto, SABER ELEGIR EN QUÉ VAMOS A ENFOCAR NUESTRA ATENCIÓN ES FUNDAMENTAL. 

Una de las cosas que más afectan nuestro foco son las circunstancias: noticias negativas, preocupaciones, quejas, negatividad de los demás. 

Esto hace que nos centremos en lo mal que están las cosas y dejemos pocos recursos a las posibilidades. 

Si dejamos que estos factores tomen protagonismo, viramos nuestra forma de pensar y de posicionarnos, por lo tanto nuestra conducta se condiciona en ese sentido. 

Lo circunstancial va a estar ahí siempre, es importante aprender a tener el control sobre dónde ponemos el foco.

El exceso de información es otro de los grandes distractores. Los motores de búsqueda celebran la recopilación de información y la resolución de problemas: formas de pensar asociadas con un enfoque selectivo, con poco tiempo para procesar aquello que consumimos, sino más bien replicando fórmulas sin hacerlas propias. 

La clave es tomar lo necesario de esas grandes fuentes, y no dejar de construir un criterio propio.
En síntesis, la dispersión se vuelve un problema cuando:

  • Hacemos foco en algo que no nos beneficia.
  • Encontramos dificultades en gestionar la información.
  • Nos apoyamos en las circunstancias.
  • Estamos inmersos en un exceso de información.

 

TIPS PARA TRABAJAR EN LA DISPERSIÓN NEGATIVA
  • Identificar aquello que me distrae: 

En principio, identifiquemos a la dispersión negativa como una decisión más.
Hay factores singulares que debemos poder reconocer y aprender a sortearlos.

Cuando la tarea implica concentración y está ligada al logro de mis objetivos, dispersarme es una mala elección.
Cuando nos proponemos ser constantes, nos obligamos a tomar decisiones en relación a nuestras prácticas.

  • Atención plena:

Capacitar al cerebro para que preste completa atención al momento actual.
Concentrarnos en lo que es importante, y no distraernos con el ruido que nos rodea.

La atención no solo es sólo una función cerebral, también está influenciada por la cultura y nuestro contexto inmediato.
“Nos convertimos en prisioneros de nuestros circuitos de atención”.

  • Distractores fuera!:

Apagar el celular cuando la tarea lo requiera, cerrar el correo mientras se redacta un informe o dejar de lado las redes sociales y el Whatsapp cuando se conversa.

Clave de trabajo de calidad=
Tiempo empleado + la Intensidad de la Concentración
(CT=TE+IC)

  • Ser ordenados:

Ordenar la agenda diaria y definir qué actividades son superficiales y cuáles requieren trabajo profundo (éstas implican llevarlas a la agenda y desconectarse de toda fuente de distracción para evitar interrupciones). 

Recursos: El espacio físico ayuda a la concentración (puerta cerrada, no recibir llamadas). Un playlist de música sin letra, etc.

  • Crear rutinas:

Generar hábitos para momentos concretos de dispersión ayuda a separar el mundo real del mental para centrarse en el primero.
Dedicar nuestro tiempo más productivo a aquellas tareas que contribuyen a nuestros resultados. Las tareas y/o responsabilidades complementarias, deben ser gestionadas en la periferia de la jornada. 

 

  • Sencillez:

A veces tendemos a complicar lo fácil o a dificultar lo difícil. 

Se aconseja dividir aquellas tareas largas y pesadas en partes más pequeñas y sencillas de completar, realizando un cronograma para el día o la semana. 

Si la tarea es más pequeña, el tiempo empleado será menor y la necesidad de concentrarse, más corta.

 

  • Evitar el multitasking:

Abocarnos a una sola tarea, colabora a evitar la dispersión. 

Realizar varios proyectos a la vez incrementa la posibilidad de distracción con cuestiones no laborales, ya que la mente se encuentra más exigida y buscará momentos de “descanso” frecuentemente.

  • Breaks:

Autoevaluar cuál es la cantidad de tiempo real que logramos estar concentrado resulta fundamental para tareas que requieren concentración,  como así también aprender a planificar momentos de dispersión, o al menos permitírnoslo, basándolos en una decisión consciente.

  • Descanso:

Dormir bien como primer ítem. La salud del sueño favorece el filtrado de información: al final del día la cantidad de información que alberga nuestro cerebro puede ser un motivo de distracción si no se elimina la que es innecesaria. 

Fundamental: Generar momentos para poner el “cerebro en remojo”.

¡Esperamos que te sirvan!

 



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